Aprende a escribir como William Faulkner: enriquece tus descripciones con excelentes comparaciones

Una de las técnicas de escritura más evocadoras, memorables y poéticas es el símil, y su primo, la metáfora.

Un símil describe algo comparándolo con otra cosa: el cielo era azul, como el huevo de un petirrojo.

La metáfora describe algo como otra cosa: el cielo era azul como el huevo de un petirrojo.

Con la práctica, podemos aprender a utilizar estas poderosas figuras retóricas con precisión y originalidad. El resultado es una prosa viva e inolvidable.

El letrista William Faulkner hizo esto con un efecto admirable en su primera novela Flags in the Dust (también publicada en una versión ligeramente abreviada con el título Sartoris).

Por ejemplo, al describir la hermosa y marchita sociedad sureña, Faulkner utiliza dos poderosas comparaciones. Él escribe que:

La carne [de la mujer] fluía flojamente de sus pómulos como un rico terciopelo ligeramente sucio; sus ojos eran como los de un pavo viejo, viscosos, depredadores y resueltos.

Su selección de comparaciones no solo presenta una imagen vívida a los ojos del lector, sino que también hace que sus descripciones cumplan una doble función, usándolas para darnos una idea de la mujer misma.

Permítanme hacer mi comparación: las similitudes son como el chocolate egipcio.

Su rica y profunda dulzura permanece en nuestra memoria. Bien configurado hace maravillas. Sin embargo, tenga cuidado de no abusar de ella. Envolver cada descripción en un símil o metáfora solo abruma el efecto general. Deseche todas las comparaciones excepto las más fuertes. Pule los que te sobran y verás como le dan brillo a tu escritura.

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